Por qué postergamos.

Seas de la nacionalidad que seas, tengas la profesión que tengas, si eres de los que postergas este artículo puede interesarte.

Voices in my headDesde niños albergamos en nuestro interior centenares de creencias e inseguridades que muy hábilmente hemos ido protegiendo con las máscaras de nuestro carácter. Así, puedes haberte convertido en una gran actriz y ser extremadamente tímida, un gran empresario y por dentro sentir que no podrás dirigir tantas áreas de forma eficiente. Vamos construyendo nuestra vida en base a adaptarnos al medio, y nuestras características más vulnerables van quedando tapadas.

Actualmente, los cursos de gestión del tiempo se han convertido en un clásico en el ámbito profesional, y como somos muy políticamente correctos le llamamos «gestión del tiempo», casi casi como si no fuera con nosotros la cosa, y simulamos buscar formas de «gestionar» el tiempo (algo externo a nosotros).

Para acercarnos un poquito más al tema, yo le voy a llamar «dejar de postergar». Porque es un tema interno, es tuyo, es mio, y no vamos a obtener resultados diferentes hasta que no nos adueñemos de él y nos sintamos responsables.

El postergar tiene que ver con la imagen que tenemos de nosotros mismos, la que proyectamos y con lo verdaderamente conectados (o interesados) que estamos con la tarea.

  • Uno de los factores que más influyen sobre este tema es la exigencia: Nuestro juez interno es tan duro al querer llevar a cabo esas funciones, que por «salud emocional» la evitamos, ya que nunca podríamos alcanzar esa imagen tan alta de perfección de la tarea.
  • La confianza, es otro de los factores influyentes. Al no tener la suficiente confianza emocional (a veces la emocional y la lógica no tienen el mismo nivel) en nosotros mismos, preferimos postergar una tarea y hacerla de forma mediocre a última hora (racionalmente sabemos que podremos hacerla) para mantenernos inocentes. ¿Inocentes de qué? De quedar descubiertos al haber puesto el empeño y no haber producido unos resultados brillantes, como vez aparece otra vez esa autoimagen distorsionada y la exigencia. Cabe señalar que este proceso no se produce en la mente lógica/ consciente, más bien ocurre un poco entre esos personajes que tenemos dentro (el juez exigente ye niño inseguro).
  • El siguiente factor ocurre con más frecuencia en el mundo empresarial. A veces es tal el estrés y la dinámica de trabajo que te desconectas de tus propia funciones. Sabes en tu cabeza que «tienes que hacer eso» pero tu cuerpo se ralentiza/ evade en búsqueda de un poco de equilibrio para no enfermar.

El problema es que esto produce mucho malestar interior y culpa, y eso no hace más que sumar piedras al asunto.

Algunas sugerencias:

  1. Deja de planificar el tiempo y empieza a planificar tareas!
  2.  No eres procrastinador/a, no naciste con ese mal, y sea cual sea el origen has llegado hasta aquí a base de hábitos.
  3. No tienes que transformarte en un gurú de la planificación y la agenda perfecta, pero si puedes conocer tus procesos y reacciones automáticas de evitación, abrirte a crear nuevos procesos que te ayuden a ejecutar al menos el 50% más de tus funciones. Eso te dará una bocanada de oxígeno para no exigirte tanto y a la vez empezar a experimentar las bondades de ejecutar tareas en el tiempo programado.
  4. ¡Mírate a espejo! Y quédate ahí, hasta que puedas reconocer a esa persona imperfecta, cansada o insegura que intentas camuflar detrás de mil excusas. Ese/a eres tú, y si quieres iniciar algún cambio de hábitos sólo puedes lograrlo con la ayuda de quien tienes enfrente, así que mírate y pídele que te acompañe.

Pasarse la vida con tareas en la cabeza, soportando culpa y autoreproches no es sano. es hora de dar un paso más y dejar de postergar, para ganar tiempo…

Aprovecha ese tiempo para experimentar, disfrutar, desconectar y en definitiva… vivir más intensamente la vida.

Feliz martes!

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