Recientemente inicié un estudio sobre la capacidad de soñar y el efecto que produce en nuestro día a día. Para ello le pedí a algunos conocidos, clientes y amigos (¡hasta mi pareja fue parte de él), que durante 12 días me enviaran por medio de redes sociales, móviles etc 3 sueños por día que les gustaría alcanzar.
¡Es sorprendente como estamos perdiendo la capacidad de soñar!
Les pedí que fueran compartiendo también sus sensaciones, y en los primeros días reconocían que era MOLESTO, y que continuaban con el ejercicio por tener un compromiso moral conmigo, lo cual agradezco profundamente.
Los sueños de los primeros días eran generalmente sobre otras personas, o cosas ajenas a ellos. Al cabo del 6º día ya comenzaron a escribir tímidos y discretos sueños personales… ¡al fin!. Descubriendo que ya no sentían esa resistencia del inicio del experimento.
El 35% de los participantes, al finalizar el periodo de «Soñar», ya tenían en mente un sueño en el que deseaban trazar su plan de acción, estaban dispuestos a pasar a la segunda fase. El 40% reconoció haber disfrutado más de esos días y que estaban pensando más en que sueños apuntarían ese día que en el «rescate español» jeje. Y el 25% restante afirmó que no saben si servirá para mejorar sus vidas, pero que en esos días se sintieron más positivos.
¿Recuerdan como empezó el experimento?
Sólo tenían que apuntar 3 sueños por día durante doce días!
¿Qué pasaría si recuperamos la capacidad de soñar los 365 días del año?
¿Y tú, cuanto haces que no sueñas?