Cuentan de un anciano, que estaba contando historias a sus nietos junto a su hoguera, una de ellas decía así:
«Hay una lucha dentro de mí, una lucha terrible entre dos lobos. Uno de esos lobos es el miedo, y el otro el amor. Claro que esta lucha también ocurre dentro de cada uno de vosotros y de todas las personas.»
Los niños se quedaron mudos, sin saber que decir. «Abuelo, cuál de los dos lobos gana?, preguntó uno de ellos. El anciano sonrió suavemente y luego respondió:
«Aquel que yo decida alimentar»
- No podemos evitar sentir nuestras emociones, pero si tenemos la responsabilidad de alimentarlas… o no.
- Somos mucho más que nuestras emociones, es importante aprender a tomar distancia de ellas, reconocerlas y «reconocernos» sintiéndolas.
- Reconoce su naturaleza (qué te dice esa emoción, de dónde viene), identifica su intensidad, ¿dónde se localiza físicamente (en el pecho, estómago, garganta etc).
- Una vez que hayas reconocido, aceptado esa emoción, sólo tienes que contemplarla desde la distancia, mientras se transforma en un recurso para ti.
- ¡Y sobre todas las cosas, no tomes decisiones trascendentes si la intensidad de tus emociones es muy alta!