Ayer, tuve la oportunidad de introducirme en el corazón de la cultura almeriense, de la mano de Rafael Leopoldo Aguilera, quien a través de sus relatos podía revivir la historia en pequeños fragmentos que llenaban de sentido nuestra actualidad, sostenida por «los pilares» de hechos históricos como la caída del muro de Berlín, por ejemplo.
Cada cuadro expuesto en el Instituto de estudios almerienses, tiene alma, te conectan con algo en tu interior, pero a la vez te une al alma del pintor. Esa es la magia de la cultura….
Por allí circulan escritores ilusionados con publicar sus primeras obras, los puedes ver con sus manuscritos entre sus manos temblorosas, como si de un hijo suyo se tratara, que en contraste, por un lado quieren presentar para que su obra sea leída por todos, y por otro lado experimentan una maternal resistencia a dejarlos en manos de desconocidos que quizás… no los mimen como ellos se merecen.
Allí, junto a esas grandes estanterías de obras literarias, conectas con un trocito de cada autor, y eso nos hace más humanos, compasivos. Conectamos con lo mejor de nosotros mismos!